lunes, 1 de junio de 2009

ODIADO EN PEDAZOS (Hatred in shattered)



Abril 11 de 2008 Diario El Tiempo:
Según el Programa Presidencial de Acción Integral contra Minas Antipersona, entre 1990 y febrero de este año, 656 niños han sido víctimas, de los cuales, 154 murieron.
En el 2007, 51 menores se sumaron a las estadísticas, lo cual quiere decir que un niño fue víctima cada semana
Sharon Ball, oficial a cargo del tema en Unicef, explica que lo más grave es que en Colombia no existe un programa que atienda de manera específica a esta población. Los tratan igual que a los adultos."La explosión alcanza casi siempre sus genitales y órganos internos. Los impactos en el estómago son los más difíciles de curar", explica Ball.María Elvira Garavito, directora de la Fundación Colombianitos -que atiende a esta población-, aborda otros dos dramas: el de la atención cuando sucede el accidente y el de la rehabilitación.

Una tragedia campesina

"Como la mayoría de casos ocurre en la zona rural, allá no tienen acceso a una atención oportuna. Además, en sus lugares de origen no cuentan con los hospitales o clínicas donde puedan empezar su rehabilitación", afirma.

Garavito sostiene que en estos casos el niño debe irse a vivir casi siempre con su madre a la ciudad más cercana, donde pueda ser tratado. "Debe salir de su entorno social y de la escuela", dice la especialista y agrega que esta situación afecta la economía familiar porque los programas del Estado no asumen los gastos de desplazamiento y del cambio de residencia.
La mayoría de casos ocurre en familias de escasos recursos. Poblaciones rurales como las de Samaniego, en Nariño, y de Argelia, en Antioquia, han tenido situaciones tan críticas por la cantidad de minas sembradas por los grupos armados, que además de la tragedia de ver morir niños, han tenido que confinarse porque el riesgo está por todas partes. En algunas escuelas, los profesores han tomado la iniciativa en campañas para que los niños tengan precauciones.
Garavito piensa que las víctimas podrían ser mucho más porque, según ella, aún hay padres que por desconocimiento no piden ayuda. "Hay niños amputados a los que simplemente les cortan un brazo o una pierna, y los dejan así", puntualiza.

Estos son lo primeros resultados de un odio propio, de sentirse solo y despojado de partes de su cuerpo, con las que un niño y luego un hombre sentirá por lo largo de su vida, una existencia sumida en la dependencia y el señalamiento, estos mismos pensamientos son los que siente un soldado en Colombia o en otras partes del mundo, en los cuales, existen dispositivos que no solo, logran desmembrar un cuerpo, sino una vida, una historia de vida, transformada completamente, en la cual hasta el Estado en muchas ocasiones se olvidará por completo, estar así es sentirse roto, quebrado en miles de trozos, que ya nunca se unirán, y tal vez lo único que los reúna o los invada sean sentimientos, de ira, de un dolor permanente, de sentirse, ODIADO EN PEDAZOS.


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