La senda que ha recorrido la humanidad esta cifrada por el miedo, esta ha sido el narcótico que ha alimentado a muchas sociedades, por el se han dejado llevar por dictadores como Pol Pot a la jungla camboyana, por agentes de la CIA, la KGB, la Stasi, el DAS, la DOC, Scotland Yard, a sus talleres del horror y la masacre.
El miedo es la rémora que ha carcomido las piernas de la justicia y las entrañas del respeto, de millares de pueblos, por el hacemos empanadas para construir catedrales, votamos por los que no queremos, para no perder nuestro puesto de trabajo, por el nos bautizaron así lloráramos de ira o impotencia.
La Huella de nuestros miedos, no la han logrado borrar, los que han quemado libros o calcinado seres humanos en pilas de chamizos en Europa o Cartagena…. En Hiroshima, en Bhopal, en Mosul, en Guernica, o en villa rica – Tolima, esta marca está pegada en el patrimonio oral, de nuestros abuelos y nuestros enemigos.
El ritmo vertiginoso en el cual estamos inmersos hace flaquear nuestros sueños y hasta nuestros ideales, por no perder el control de unas vidas prestadas y mal administradas, firmamos contratos sin ningún derecho laboral, vendemos a nuestros hijos, o se los prestamos al estado para que sean la carne de cañón, nos callamos ante unas jefaturas ineptas e irresponsables y no asumimos la carga de culpabilidad de vendernos a nuestros miedos.
Existen muchos placebos para paliar el miedo, los cirujanos plásticos, para no perder o lograr la belleza que se necesita ante el público o la pareja, el crimen que posibilita lujos efímeros, el gimnasio excesivo, la academia dogmática, el yagé por moda, los estimulantes que inhiben, el maltrato a los que crees indefensos, olvidando que el mas indefenso eres tu, que estas cagado de miedo echándole la culpa a otros, sin buscar la salida, enredándote cada vez mas, en una urdimbre densa de oscuridad, dejando que el miedo te convierta a ti, en tu propio adversario, en el enemigo perfecto.
El miedo es la rémora que ha carcomido las piernas de la justicia y las entrañas del respeto, de millares de pueblos, por el hacemos empanadas para construir catedrales, votamos por los que no queremos, para no perder nuestro puesto de trabajo, por el nos bautizaron así lloráramos de ira o impotencia.
La Huella de nuestros miedos, no la han logrado borrar, los que han quemado libros o calcinado seres humanos en pilas de chamizos en Europa o Cartagena…. En Hiroshima, en Bhopal, en Mosul, en Guernica, o en villa rica – Tolima, esta marca está pegada en el patrimonio oral, de nuestros abuelos y nuestros enemigos.
El ritmo vertiginoso en el cual estamos inmersos hace flaquear nuestros sueños y hasta nuestros ideales, por no perder el control de unas vidas prestadas y mal administradas, firmamos contratos sin ningún derecho laboral, vendemos a nuestros hijos, o se los prestamos al estado para que sean la carne de cañón, nos callamos ante unas jefaturas ineptas e irresponsables y no asumimos la carga de culpabilidad de vendernos a nuestros miedos.
Existen muchos placebos para paliar el miedo, los cirujanos plásticos, para no perder o lograr la belleza que se necesita ante el público o la pareja, el crimen que posibilita lujos efímeros, el gimnasio excesivo, la academia dogmática, el yagé por moda, los estimulantes que inhiben, el maltrato a los que crees indefensos, olvidando que el mas indefenso eres tu, que estas cagado de miedo echándole la culpa a otros, sin buscar la salida, enredándote cada vez mas, en una urdimbre densa de oscuridad, dejando que el miedo te convierta a ti, en tu propio adversario, en el enemigo perfecto.
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