Cuando sabíamos que alguien había tenido la valentía o la cobardía, para dejar de ser, sin pagarle los saldos morosos, la fondo de pensiones de la religión; No sabíamos cual sentimiento nos jalonaba más, si la alegría o la envidia o mejor el temor y el olvido, porque a muchos suicidas los olvidan fácil.
Lo anterior puede significar el pensamiento y sentido político de un adolescente, pero es igual al de un pueblo, que considera que “no dejar que la muerte venga por uno” es un acto abominable, pues al suicida lo tildan de: perdedor, cobarde, desagradecido, atravesado, hereje y soterradamente profeta.
Lo anterior puede significar el pensamiento y sentido político de un adolescente, pero es igual al de un pueblo, que considera que “no dejar que la muerte venga por uno” es un acto abominable, pues al suicida lo tildan de: perdedor, cobarde, desagradecido, atravesado, hereje y soterradamente profeta.
Sin embargo sea lo que fuere un suicida, es la cara que se pone la denuncia, una protesta contra las edades confundidas de la humanidad, que no cesan de acechar con sus imágenes cargadas de dolor y abandonadas a los designios que dictan los astros.
El que se va de este mundo sin pagarle el impuesto a su cultura, será un pagano para los que viven reprimidos y un guerrero para los que defienden la libertad, esas son en muchos casos son LAS ALMAS SUICIDAS.
