Existe un mito que ha viajado desde lo primitivo en nuestras mentes y espíritus, nos ha llevado a confundir crimen con justicia podrida e inconformidad con traición, a tirar para un lado y sentar posición ante un centro poderoso dictatorial, mezquino y cobarde.
Nos han vendido como insano a la rebelión y sus artífices, solo queda espacio para los que soportan el peso implacable de olimpos reciclados con deidades inconclusas, que se mofan de perfectas y selectas, ellas viven en un club donde muy pocos tienen membresía de socios exclusivos, los “demás” son los “otros”, los bárbaros, los ajenos, la mayoría, los excluidos del bienestar y del goce, pero incluidos en el trabajo sucio, los que pagan por los delitos de los “buenos” pues las minorías de la cúpula no se equivocan, la maldad solo habita en los resentidos que por una lógica absurda son contados como mayoría, como turbamulta.
Desde la orilla del ostracismo sienten el odio cimentado en la impotencia, alimentado por mercaderes de la fragmentación, que no conciben el universo, pues su política es: “el divide y reinaras”, así conspirando, envenenando las conciencias ha logrado pulverizar los gritos ante el atropello, la indiferencia, bautizando con nombres propios a los que siempre han sido malos por no ser espectadores del horror, esos son los que cada tiempo levantan las barricadas y cocinan revoluciones para desordenar un poco el tablero, y poder entrar en el juego, esos son los subversivos, los conspiradores, los defensores de causas no perdidas, que dejando de lado el desgaste de las etiquetas maniqueas de malignidad o benignidad, no han capitulado en su afán por develar que su esencia persigue la equidad, probando que son la RAZA DE CAÍN.
Nos han vendido como insano a la rebelión y sus artífices, solo queda espacio para los que soportan el peso implacable de olimpos reciclados con deidades inconclusas, que se mofan de perfectas y selectas, ellas viven en un club donde muy pocos tienen membresía de socios exclusivos, los “demás” son los “otros”, los bárbaros, los ajenos, la mayoría, los excluidos del bienestar y del goce, pero incluidos en el trabajo sucio, los que pagan por los delitos de los “buenos” pues las minorías de la cúpula no se equivocan, la maldad solo habita en los resentidos que por una lógica absurda son contados como mayoría, como turbamulta.
Desde la orilla del ostracismo sienten el odio cimentado en la impotencia, alimentado por mercaderes de la fragmentación, que no conciben el universo, pues su política es: “el divide y reinaras”, así conspirando, envenenando las conciencias ha logrado pulverizar los gritos ante el atropello, la indiferencia, bautizando con nombres propios a los que siempre han sido malos por no ser espectadores del horror, esos son los que cada tiempo levantan las barricadas y cocinan revoluciones para desordenar un poco el tablero, y poder entrar en el juego, esos son los subversivos, los conspiradores, los defensores de causas no perdidas, que dejando de lado el desgaste de las etiquetas maniqueas de malignidad o benignidad, no han capitulado en su afán por develar que su esencia persigue la equidad, probando que son la RAZA DE CAÍN.